Resumen :
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Ese término pudiera interpretarse en un sentido fatalista: como el hado que nos determina desde fuera o el eterno retorno que nos encierra en aquello que está dado y repetido para siempre. En contra de eso, desde una perspectiva cristiana, destino significa elección y tarea, llamada y responsabilidad que Dios mismo ha querido ofrecernos. Por eso es salvación: implica que podamos ser y seamos desde Dios lo que somos o estamos llamados a ser. Es hermosa la manera en que estas páginas distinguen entre una inmortalidad, que dejaría encerrado al hombre en su tiempo sin fin, y una eternidad entendida como don del mismo Dios. Desde ese fondo ha destacado Gesché la peculiaridad de la religión israelita que, por largos siglos, ha estado centrada en la acción y alianza de Dios, pero sin destacar la vida tras la muerte o sobre la muerte. Así se entiende la novedad cristiana, que identifica la salvación con el don de Dios en Cristo, que no es negación, ni simple pervivencia, sino resurrección de la vida.
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